La puerta de los Picos, de par en par
Arenas de Cabrales, que recibe del macizo montañoso los recursos para su prosperidad turística y agroalimentaria, encuentra el futuro en la actualización de su estrategia de captación de visitantes
La villa de Arenas es la de mayor población del concejo de Cabrales. Como la mayor parte de las polas nació en un cruce de caminos y en la confluencia de dos ríos principales, en este caso el Cares y el Casañu. A estas condiciones de partida añadió la de encontrarse en el centro de un concejo de montaña extrema, sobre un eje este-oeste, compartido con Poo y Carreña, la capital. Eje en el que se concentra más de la mitad de la población del concejo y sobre el que gira Cabrales.
Debe su desarrollo como villa a la condición de puerta de acceso a los Picos de Europa, en su vertiente norte. Sobre el angosto valle, que hace de colector de base, surge la pola de Arenas, en la que se enhebran los caminos que salen hacia el «beyu» del Cares y hacia los macizos central y oriental de los Picos. A través de Bulnes hacia la vega de Urriellu, y por Sotres hacia Pandébano, Áliva, Liébana y Ándara. Arenas se ha beneficiado así de una posición más favorable y con más disponibilidad de suelo que la propia capital municipal, lo que se ha traducido en su mayor crecimiento.
Arenas, sin embargo, no presenta la característica estructura lineal de una villa caminera, que por lo general ajustan su eje principal a la carretera; en este caso, la bellísima carretera-parque o de paisaje que relaciona Cangas de Onís y Panes. Al contrario, su planta toma un aspecto relativamente compacto, al aprovechar las vegas producidas por la confluencia fluvial para asentar pequeñas agrupaciones de casas que se distribuyen en torno a la plaza y se apoyan sobre los caminos tradicionales, hacia Arangas, Poncebos y la garganta del Cares. Por ello, se organiza en varios y pequeños núcleos de casas o barrios, como La Palma, Moradiellos, Las Mestas, La Paserina, Molacín, Castañéu, La Papera, El Recuestu, Ríu, Cares y otros. La iglesia parroquial de Santa María de Llas, edificada en un lugar telúrico, llena sus capiteles de los animales que dan nombre al concejo y destaca su bella estampa sobre los barrios de la pola, que dejan las márgenes de la carretera Cangas de Onís-Panes para los numerosos establecimientos hoteleros, hosteleros y comerciales.
El río Cares es el referente de la localidad. En ella recibe las aguas del Casañu, que parece surgir de un descomunal tajo abierto en la caliza, de un «beyu». Abruptas paredes albas encuadran menguadas vegas para configurar el paisaje ganadero que rodea la villa, que lleva décadas decantándose por el turismo como actividad principal, sobre el que se apoyan otras más o menos relacionadas con aquél.
La población de Arenas la componen 830 residentes, y crece lentamente, demasiado lentamente para la veteranía y el volumen de la actividad y de la infraestructura turística y comercial instalada en ella. La villa mira a los Picos, con ellos se relaciona y así obtiene su razón de ser en el sistema territorial asturiano. Recibe numerosos visitantes, para lo que dispone de una notable oferta hotelera y desde aquí canaliza los flujos que se dirigen, con distintas intenciones, hacia el macizo. Necesita seguir profesionalizando la actividad turística y actualizar los canales de operación sobre la demanda, organizándola, lo que disiparía la percepción de que la villa está a la espera a lo que ha de venir o no, una característica que comparte con muchas más localidades de la región, que trabajan casi en exclusiva en la oferta y apenas tienen en cuenta el trabajo en origen, en los grandes mercados y en la organización de productos turísticos más elaborados, que puedan captar nuevos clientes.
En Cabrales, el sabor de la tierra es fuerte. Su enorme originalidad imprime un peculiar gusto a los productos ganaderos. Su queso, referencia gastronómica de reconocimiento universal y pequeña producción, mantiene la tradicional actividad ganadera mixta, con la que se aprovechan las altas majadas de los Picos y los minúsculos huertos «empericotados» en la peña, al par de cuevos y cuevas. Vida dura y difícil, juzgada de poco valor por los más jóvenes, aún bajo el hechizo de inciertos paraísos urbanos, y, sin embargo, atractiva para muchos urbanitas, fascinados por el paisaje divino de la montaña y por los sabores originales de una tierra singular, cuyo gusto identifican y queda almacenado en sus papilas.
Alabar el gusto y bendecir el paisaje no son, en absoluto, vanas exquisiteces, sino que hoy constituyen la base imprescindible de productos turísticos de vanguardia tras los cuales está el futuro de muchas Arenas, en este caso de Asturias.
La de Cabrales destaca sobre su concejo, pues es villa bien poblada, con dinamismo en sus actividades, estrechamente vinculadas a la producción quesera y al turismo. Necesita aumentar sus actividades y enfrentar el envejecimiento. Fijar y atraer a la población más joven con una mayor oferta de equipamientos, ciertamente, pero también generando una cadena de valor que integre a todos los agentes que contribuyen a crear Cabrales (un paisaje, un gusto, una fantástica aventura). Más de 2.000 habitantes en un concejo de alta montaña es un importante capital para avanzar y enfrentar el futuro. La villa de Arenas tiene capacidades que puede desarrollar si trabaja con mente abierta, en cooperación con otros, innovando, abriendo nuevos caminos, nuevos proyectos, manteniendo lo que ya funciona.
La montaña y los aprovechamientos tradicionales son el gran recurso. Tal es su fuerza que sin más presentación mantuvieron, hasta ahora, a los demás recursos, incluido el turismo. Pero el tiempo pasa, las fuerzas se debilitan y el ritmo frenético de los cambios también llega a la montaña, obligando a reformar, a re-presentar lo que hay, ofreciéndolo de manera adaptada a los tiempos, sabiendo que siempre Arenas ha sabido sacar partido y vivir de la montaña. Hay que seguir en ello y apoyar las nuevas actividades que pueden surgir. Arenas es un fantástico contenedor de ellas.
La cultura tradicional de alta montaña, un recurso para explotar
Arenas es villa a las puertas del gran macizo de los Picos de Europa, de los que obtiene hoy su razón de ser, en forma de turismo y de productos ganaderos de alta calidad, los afamados quesos. Tiene potencial de crecimiento en las actividades y recursos vinculados al mundo de la alta montaña y al importante patrimonio cultural existente, entre los que no es precisamente menor la cultura tradicional asociada al paisaje, al pastoreo y al poblamiento tradicional. Son todas éstas bases imprescindibles de la original imagen de Cabrales, que parece necesario actualizar generando una cadena de valor que, manejada desde villas como Arenas, asocie a todos los que pueden crear un producto de la tierra con mucho gusto.
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