Una ciudad en un país que rebasa fronteras
Cangas sorprende con su impronta de gran villa y su fuerte personalidad urbana en unas tierras profundamente rurales que anudan tres regiones: Asturias, Galicia y León
Resuelve Cangas su presencia con semblante urbano, el que dan las alineaciones de edificios de vivienda colectiva en altura, algunos anclados, como pueden, a las pindias laderas ante la escasez de suelo llano. Resalta Cangas como núcleo urbano de fuerte personalidad, e impronta de gran villa, que sorprende gratamente al visitante que se interna en las tierras quebradas y profundamente rurales del nudo astur-galaico-leonés, de espectacular geografía, compuesta por los paisajes que forman las alineaciones serranas, que más parecen trenes de ondas largas inundando un horizonte oceánico sin ocupantes, alejado de toda ruta comercial. Por eso, llegar a Cangas es recalar en un puerto seguro y animado, el de una villa concentrada y abigarrada, activa y dinámica, dotada de servicios y equipamientos públicos de alta calidad. Desde ella se coloniza el gran país donde hoy se anudan tres regiones: Asturias, Galicia y León. Complejo territorio, no muy poblado, pero sí muy arrugado, en el que cada arruga contiene una cultura, una forma de estar, de hablar y hasta un sentido del humor particular. Cangas es el centro de una comarca enorme, para Asturias, el país del occidente interior, que, sin embargo, rebasa los límites administrativos, algunos tan marcados a fuego como las recientes fronteras autonómicas.
Antes, aun con otro tamaño, fue pola radiante, entonces ella gobernaba un extenso territorio montañoso, donde la línea de cumbres no era frontera, pues la región era la montaña. Más tarde, en la segunda mitad del siglo XX, se vio acrecentada por la actividad minera y sus necesidades de empleo, lo que la convirtió en una ciudad de 7.000 residentes. A ellos se debe añadir otro millar y medio en los recrecidos núcleos rurales próximos, entre los que destaca Corias, imponente monasterio, protagonista de la historia y eje de la vida local desde el Medievo, y que mira ahora a la actividad hostelera de excelencia para recobrar protagonismo en la economía de la villa, del concejo y de la comarca.
Cangas es una villa profundamente asturiana, fue nada menos que la cabeza del gran concejo de Cangas del Tineo. Hoy, en un mundo polarizado, Cangas conserva su especificidad, su carácter, a la vez que mejora su integración con el conjunto metropolitano, a ello contribuyen las comunicaciones, que tienen su último hito en el túnel del Rañadoiro, tras el olvido de la autonómica autovía de La Espina, hoy colgada en el aire, en una metáfora visual de su situación administrativa.
Cangas es mucha villa, de primer nivel, con todos los atributos, servicios y equipamientos de su categoría. Sirve a un extenso territorio de alta montaña, donde hay reservas y parques, fauna en peligro de extinción y, sobre todo, una cultura ganadera, que sobrevive, vitalista, alegre y confiada, a pesar de que la emigración es una sombra antigua y constante, orientada a destinos diversos: asturianos, españoles, europeos y americanos, desde los que el emigrante cangués conserva, afortunadamente, permanentemente, contumazmente, sus vínculos originales.
El declive de la minería lastró la villa, restándole potencia de maniobra, pero no consiguió parar a Cangas, que recompuso el gesto y mantuvo su dinámica actividad industriosa y comercial, centrada hoy más en el sector servicios que en la extracción de carbón. Del ciclo carbón-térmica-electricidad se va pasando al de ciudad-comarca que va encajándose sin perder fuerza e identidad en la estructura territorial regional. Una comarca que alcanza más allá de Leitariegos y Rañadoiro, de Valvaler y el Connio, las cotas asombrosas de la fantástica Ruta de los Puertos, relanzados en el imaginario popular por la Vuelta Asturias y lugares de peregrinación obligada para seguidores avanzados de la práctica ciclista
El ocaso de la minería y el declive demográfico de su concejo conmovieron a la villa, que en la última década perdió varios centenares de residentes, pasando de 7.002 a 6.595. La parroquia de la capital suma 6.772, y 14.445 el concejo, que ha perdido más de dos mil residentes.
Con todo, Cangas del Narcea sigue siendo la villa de mayor importancia y poder de irradiación en el occidente interior asturiano y tramontano, a pesar de la crisis de la ganadería y de la minería, sus pilares económicos. Pero Cangas tiene poder, iniciativa, recursos y sabe innovar. El aprovechamiento del parque natural, el fuerte impulso del turismo, la elaboración y comercialización de productos tradicionales de calidad, la progresiva mejora de las comunicaciones, el nuevo parador, la ganadería de calidad, así como la mejora de los equipamientos y servicios a la villa y a los pueblos, apuntan a un futuro abierto de mejora para su aún numerosa población y a su consolidación como punto de referencia para los amplísimos territorios circundantes. En todo caso, partimos de un concejo-comarca de enorme complejidad y diversidad interna que ha sabido proyectarse al exterior hasta abarcar un territorio aún más amplio.
El futuro de Cangas está marcado por las tendencias que hoy son visibles: la provisión de servicios al amplio territorio suroccidental; la puesta en práctica de iniciativas de desarrollo manejadas por emprendedores, en las que se apoya la diversificación económica basada en producciones de calidad; y la capacidad de crecimiento de las actividades terciarias, propias de su condición urbana y de su dimensión y función territorial.
Gran importancia tiene el mantenimiento de una identidad diferenciada y del apego a la tierra de los residentes y también de los ausentes. Resulta conveniente mantener la conexión con los grupos que viven fuera, la vinculación personal y familiar, fundamental para la difusión de las innovaciones, del espíritu emprendedor y del mantenimiento de la vitalidad social, en un concejo que sabe del comercio y transporte desde hace siglos.
Es necesario consolidar el paso de villa a pequeña ciudad, en el umbral de los 10.000 habitantes, como referencia capital para el occidente interior. Ello implica la resolución de sus problemas de escasez de suelo, aparcamiento, circulación y equipamientos comarcales. Como en el conjunto de la región, se plantea la necesidad de actuar sobre la natalidad, de crear expectativas de futuro y aumentar el número de nacimientos, con políticas de apoyo y conciliación de la vida familiar y laboral, de transporte a la carta, de comunicación, de carreteras y de servicios de accesibilidad real y virtual que permitan la continuidad del poblamiento. El reto es hacer posible la ocupación dinámica de la montaña del occidente interior asturiano y tramontano tomando como ciudad capital y de referencia a la villa de Cangas.
Cangas tiene poder
En la confluencia del Narcea y el Naviego, la gran villa de Cangas se extiende como puede en las escasas vegas y escala las pindias laderas, dando paso a un paisaje de aglomeración urbana, calles estrechas y vivienda colectiva que apenas deja intuir lo que fue la villa antes de la minería y el asiento de su población vinculada. La mejora de su paisaje y de los equipamientos y servicios es tarea que se acomete desde hace décadas, hasta dar lugar a una pequeña ciudad que busca en el sector terciario salida al declive de la minería y de la ganadería. Para ello necesita más iniciativa local y también apoyos externos, como los equipamientos y reclamos turísticos de calidad, representados en el futuro parador. Y una fuerte «descarga» para hacer valer su poder en el mapa de los territorios rurales españoles y europeos.
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