La ciudad minera se renueva
El Entrego se mantiene a salvo de la pérdida de población de su entorno gracias a su apuesta por la reforma urbana, la mejora de los servicios y la vivienda de nuevo cuño
El Entrego, l'Entregu, es el mayor de los tres nodos urbanos (7.400 habitantes) de la muy reciente ciudad de San Martín. Una pequeña ciudad (poco más de 15.000 residentes), parte componente de una ciudad mayor (más de 65.000) en un área metropolitana, que es la séptima por número de habitantes (870.000) de España. La ciudad de San Martín está aún en proceso de oficialización, ya que no figura como tal ni en el nomenclátor de entidades de población del Instituto Nacional de Estadística ni en los servicios estadísticos del Principado. Hay que completar los pasos para hacer visible esta unidad urbana de posición intermedia en la ciudad lineal del Nalón.
Los polígonos industriales (La Central, La Florida), el centro comercial y el aprovechamiento empresarial o museístico de las instalaciones de los pozos mineros (San Vicente, Sotón, San Mamés o Villar) han concluido la ocupación del suelo llano de las vegas del río, en el espacio intermedio entre Ciaño, El Entrego y Sotrondio, soldando el continuo urbano. No hay apenas discontinuidad entre El Entrego y la ciudad de Langreo, en su distrito de Ciaño. De hecho pueblos langreanos como Pumarín o Santa Ana están hoy soldados a El Entrego, que aporta la mitad de los residentes urbanos, casi la mitad del total de un concejo de 18.000. El enmallado de El Entrego y Sotrondio se ha producido ocupando las áreas intersticiales, antes casi tierra de nadie y hoy espacio de oportunidad, de la mano de las superficies empresariales y comerciales.
La herencia del poblamiento minero anterior deja aún hoy más de setenta núcleos oficiales habitados, más una decena de deshabitados. Un ejemplo de la necesidad de actualizar el nomenclátor de las comarcas mineras. Entre otras cosas para saber lo que tenemos y sobre qué realidad urbana hay que actuar. Buena parte de esos setenta pueblos que recoge el nomenclátor forman parte del poblamiento minero en ladera, que rodea el casco urbano y forman parte de él como orla más o menos marginal. Son, entre otros, San Vicente, L'Abonión, Los Rebollos, Sorriego, La Nual, La Rebollá, Polaúra, La Revenga, Pipe, La Viña, La Granxa, La Llaniella, El Llugarín, El Rebollal, Bédavo, La Cantera, Meruxeo, La Xuliana, L'Otariellu o La Rotella. Muchos topónimos para una misma realidad, la orla de poblamiento minero en ladera correspondiente a los años de auge de la actividad y a la llegada de inmigrantes a trabajar en las minas del concejo. Un mundo abigarrado éste del poblamiento de las laderas fonderas, que en los concejos de la Cuenca no se quiere reconocer urbanísticamente, basándose en su difícil tratamiento urbanístico y rehabilitación y que pierde población en beneficio del casco urbano. Son los núcleos que componen la parroquia de San Andrés de Llinares, que suma 9.166 habitantes en 2010 (9.534 en 2001).
El Entrego, en cambio, se mantiene, e incluso ha sostenido un leve crecimiento durante la primera década del siglo XXI, pasando de 7.344 a 7.358 residentes. Es el único de los nodos urbanos de San Martín que ha sabido mantener su nivel de población. Sin embargo, nadie parece haber sacado conclusiones de este dato. Por qué El Entrego sí y otros no. Que hay aquí diferente. La respuesta está a la vista. Es el núcleo que más ha apostado en las últimas décadas por una fuerte reforma urbana y la puesta en el mercado de vivienda de nuevo cuño, adaptada a las exigencias y demandas actuales. Mientras tanto, Blimea y Sotrondio han perdido casi mil residentes entre ambas. De nuevo vemos que en una demografía en retroceso como la asturiana lo que cuenta son los movimientos de redistribución. Y ahí gana El Entrego. La apuesta por el comercio y los servicios, los equipamientos turísticos, la reordenación de infraestructuras y las reformas urbanas, así como la construcción de vivienda, han dado esa posición a El Entrego.
La nueva carretera, la nueva estación de Renfe y la reordenación urbana vinculada, los polígonos empresariales y la reutilización de las instalaciones mineras han abierto nuevas posibilidades a un núcleo urbano marcado antes, como muchos otros, por el declive y la falta de perspectivas. El Entrego y la ciudad de San Martín, en conjunto, están invariablemente unidas a la suerte de la ciudad lineal, en Langreo y en Laviana. Y ello porque los movimientos de redistribución son, sobre todo, de ámbito comarcal y ahí la ciudad lineal ya funciona como un todo. Esto explica el crecimiento de Pola de Laviana, por ejemplo. Tengámosla en cuenta o no, el área metropolitana, Ciudad Astur, impone su funcionamiento y el ignorarla trae consecuencias graves para la región, al no conseguir visualizarla, aunque sea estadísticamente, como una potente área metropolitana, de las que rondan el millón de residentes en Europa, y que, por lo tanto, tiene derecho a disponer de las infraestructuras de transporte y comunicación que los sistemas de ordenación del territorio europeo prevén para tales metrópolis, que militan en la liga de las llamadas MEGAS, ciudades que por su tamaño juegan en la segunda división de la liga de las estrellas urbanas europeas.
Es en este contexto en el que El Entrego debe afirmar su apuesta estratégica, que por lo aquí visto no le ha ido mal. El pensamiento estratégico para proyectar la ciudad y apostar por la mejora residencial, la reforma urbana decidida, el desarrollo del sector terciario, la oferta de suelo empresarial, los equipamientos y servicios urbanos de calidad son hitos que marcan el camino y no es posible detenerse sin caer.
Hay futuro en las comarcas hulleras
Continuidad de la ciudad de Langreo, El Entrego es el nodo mayor de la ciudad de San Martín y tiene una posición intermedia en la ciudad lineal, que ha aprovechado a través de equipamientos comarcales como el centro comercial, el Museo de la Minería o los polígonos empresariales. De su vinculación a la minería quedan nombres sonoros como Sorriego o Sotón, paquetes carboneros explotados desde minas y pozos hoy reutilizados para otros usos y actividades, integrados en un proceso que continúa abierto de reforma urbana y que sigue necesitando de empujes vigorosos para mantener su posición.
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