Engrasar la bisagra
Punto de relación de la Asturias metropolitana con la oriental, Nava ha crecido al ritmo de la diversificación económica y tiene una buena estructura urbana para fortalecer su papel residencial
Nava se sitúa en una vía de paso entre la Asturias metropolitana y las Asturias orientales. Territorio de paisaje amable, con praderías generosas, manantiales de agua clara y bosques compactos, los navetos han sabido transformar lo que la tierra da, añadiéndole valor y distribuyéndolo mundo adelante: sidra, muebles y agua embotellada son troncos productivos fuertes de los que han ahijado empresas auxiliares, administrativas y de servicios, constituyendo una economía relativamente diversificada que ahora descubre el turismo apoyándose en una marca territorial rotunda.
Nava puede jugar con más convicción su rol de bisagra, consolidando sus vínculos con la metrópoli, atrayendo población y fortaleciendo su papel residencial, pues combina una buena estructura urbana, unas buenas condiciones de partida, la presencia de una actividad dinámica y una tendencia de crecimiento de las que carecen otros muchos territorios de Asturias. No debería descuidar su relación con Piloña y Parres, Infiesto y Arriondas, con quienes comparte identidad geográfica en el surco interior que comunica el centro de la región con el extremo oriental, y puede crear un sistema local de empresas en la madera, lo agroalimentario y el turismo, contribuyendo al reforzamiento de una «comarca bisagra» de intercambio para el conjunto del país.
La villa ha conocido un crecimiento continuado que se mantiene en el nuevo siglo. Este proceso refleja la transformación y la modernización de una población modesta, desde el punto de vista demográfico, en una villa que articula el territorio interno de su municipio y pone en relación el área metropolitana con el oriente del país.
La villa crece sobre la base de la diversificación económica y presenta hoy luces, sombras y oportunidades, de la mano de la continuidad del crecimiento de la villa y la recomposición general del territorio regional. Se localiza en el gran surco interior que se abre entre Oviedo y Cangas de Onís, en la cabecera del río Piloña. La villa se enmarca en un atractivo y suave paisaje de amplios valles, ondulado en el Norte por los pequeños relieves prelitorales. Al Sur se alinean las elevaciones montañosas, con el impresionante perfil de Peñamayor (1.115 metros) y el alto cordal que culmina en La Triguera (1.291).
La villa de Nava se acerca a los 2.300 habitantes, cuando en 1960 contaba con un millar, y se confirma, a lo largo de las últimas décadas, como parte de ese grupo de centros comarcales que aseguran una elevada calidad de vida, que ofrecen amparo a su propio ámbito rural, pero también atraen habitantes de la Comarca de la Sidra y de otras partes de la región, incluida el área metropolitana.
Nava garantiza calidad y atrae población en un marco regional donde ésta apenas crece y, por tanto, son fundamentales los movimientos de redistribución y la captación de flujos de inmigrantes. Si la villa crece de forma continuada, el concejo empieza a contagiarse de ese dinamismo y crece suavemente. Hoy la villa mira hacia el área metropolitana, donde trabaja una buena parte de sus activos, pero el concejo conserva unas pautas de funcionamiento, acrecentadas por su posición geográfica, que lo llevan a compartir un destino común de diversificación con los vecinos Piloña y Parres, posibilidad real de unión funcional que, de acrecentarse en el futuro, contribuiría a mejorar el equilibrio territorial de todo el país, a la vez que a dinamizar estos concejos.
El reparto del empleo habla de una economía diversificada y evidente voluntad emprendedora. Los servicios dominan en la villa, con una gran dotación de locales comerciales por cada mil habitantes y más del sesenta por ciento de la población empleada en el sector terciario, lo que da muestras del ya importante grado de integración de Nava en el ámbito laboral metropolitano. Hay otros indicadores positivos: saldo migratorio, evolución reciente del empleo y capacidad empresarial, que queda reflejada en las numerosas, pequeñas y dinámicas empresas agrupadas en los sectores de la madera, la construcción y el agroalimentario. Nava no logra escapar, sin embargo, de uno de los problemas más enquistados en Asturias, el envejecimiento de su población y las bajísimas tasas de natalidad.
Ha avanzado de la mano del proyecto comarcal, de liderar un proyecto de identidad y diferenciación y de hacerse notar en el borde del mundo metropolitano, aprovechando a la vez su integración y su posición externa, y en eso puede considerarse un ejemplo para el resto de villas. Queda por aumentar la actividad industrial, para lo que dispone de suelo, saber hacer y comunicaciones. Debe fortalecer su sistema local de empresas, con la sidra y la madera como elementos identificadores, para lo que debe aumentar su dimensión y reforzar su unión con los vecinos. Hay margen de crecimiento de la actividad y de la población activa, hoy baja en términos relativos.
Además, Nava tiene un manifiesto atractivo paisajístico, que ha explotado para definir su papel en la organización territorial asturiana. Necesita seguir trabajando aspectos como la calidad aplicada al paisaje, la función residencial y la expansión urbana de la villa, las nuevas áreas empresariales, los servicios públicos, las conexiones y las redes de comunicación, reales y virtuales, y el aprovechamiento del enlace con el centro a través de Lieres, núcleo fundamental de su vinculación metropolitana, además de la mejora de la comunicación con el valle del Nalón a través del nuevo eje viario. El futuro necesita de la potenciación del corredor del Piloña para confirmar su desarrollo a partir de una nueva centralidad comarcal, compartida con otros, pero centralidad al fin y al cabo, que tiene en las atractivas villas y su capacidad empresarial el principal activo y un prometedor futuro.
Villa pujante y esencial
Nava es villa pujante en las proximidades del mundo metropolitano, del que sabe aprovechar recursos, mercados y población para crecer, mostrando caminos para otras villas. Y ello a partir de estrategias de dinamización económica y social desde posiciones que hasta hace bien poco determinaban tendencias negativas y un problemático futuro. Una villa de poco más de 2.000 habitantes y un concejo de menos de 6.000 pueden y deben ser un elemento dinámico fundamental para el desarrollo territorial en Asturias, desde la base del mantenimiento de ayuntamientos como éste y de su cooperación para el desarrollo en ámbitos supramunicipales como el de la Comarca de la Sidra.
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