Las raíces mineras e industriales de Oviedo
El cinturón fabril de la capital del Principado pierde población por su apego estructural al pasado minero e industrioso, con el engarce metropolitano como asignatura pendiente
El anillo calizo que cierra la Cuenca apenas si es abierto por la estrecha puerta que, situada entre Frieres y Tudela Veguín, impide el continuo urbano entre el Nalón langreano y el ovetense. Sin embargo, Oviedo no es fluvial. El Nalón la bordea por el Sur, en las parroquias de Box, Manzaneda, Agüeria y Olloniego, las que formaron el antiguo concejo de Tudela, incorporado a Oviedo a mediados del siglo XIX, de cuya importancia histórica dan fe las ruinas del castillo que entre columnas metálicas vigila el valle.
En la peculiar organización urbana surgida de la industrialización, la capital regional cumplió la función de centro administrativo, comercial y terciario del sistema, con muy pocas funciones, como la universitaria, que irradiasen fuera de los límites provinciales. Entre las dificultades que la montaña ponía a las comunicaciones y la orientación productiva del sistema, que acumulaba mano de obra para actividades que la requerían en grandes volúmenes, el distrito industrial fue creciendo, supeditado a las necesidades nacionales básicas, dirigido desde fuera a través de Oviedo. Esta función rectora desplazó al exterior del escueto casco urbano a la industria, que se emplazó en núcleos segregados de la ciudad. Sólo algunos establecimientos de entidad, como la Fábrica de Armas, instalada en el antiguo solar del convento de la Vega se acercaban a él. Así, núcleos como San Claudio, Trubia, Olloniego, Tudela Veguín y otros de Llanera, Siero y Noreña crearon un cinturón industrial que se fortalecía a la vera de los ejes radiales de carreteras y ferrocarriles y de establecimientos señeros, como aquí son la fábrica de cementos de Tudela o las minas de carbón de Olloniego.
Cerca y lejos de Oviedo, con ferrocarril y tortuosas carreteras, estas dos pequeñas localidades tenían más en común con las formas urbanas de las cercanas ciudades mineras que con la propia capital, tan de espaldas a la industria básica y a sus inconvenientes. Su evolución, en las últimas décadas, se relaciona por ello más con el mundo minero e industrial que con los núcleos de difusión metropolitana de crecimiento reciente.
El caso contrario, en el propio concejo de Oviedo, lo ilustran San Claudio y Trubia, además de Lugones y otras localidades de los concejos vecinos que ganan población al amparo de los flujos de redistribución metropolitana y de la puesta en el mercado de nueva vivienda. Mientras tanto, Olloniego y Tudela pierden población, porque mantienen su apego estructural a un tiempo pasado, el caracterizado por la cercanía de la residencia de los trabajadores a la fábrica o al pozo minero y por un parque inmobiliario envejecido enmarcado en un paisaje urbano poco atractivo y embolsado. Una relación rota en el actual sistema metropolitano, en el que la función residencial huye de la cercanía de las áreas empresariales envejecidas o de impacto negativo sobre el paisaje, y busca lugares abiertos y nuevos, de funciones terciarias y equipamientos públicos de mayor calidad.
Las cosas no van bien para las localidades de antigua especialización en las actividades mineras e industriales. Olloniego ha ido perdiendo residentes al compás del declive del carbón. De 1.293 habitantes en la parroquia y 882 en la localidad, en el año 2001 ha pasado a 1.122 y 832. Como es característico de las comarcas mineras centrales, a las que pertenece Olloniego, en su parroquia la población se reparte en 23 pequeños núcleos, dispersos en un paisaje que a pesar de su cercanía a la ciudad sorprende por lo agreste.
Agüeria ha pasado, en la década última, de 905 residentes a 744. Sus localidades más importantes también menguan. Tudela Agüeria de 130 a 101 y Anieves de 708 a 591 habitantes. Se deja ver, aquí también, el fin de las barriadas del hábitat minero como modelo capaz de dar respuesta a las demandas residenciales actuales de la población, en particular de la más joven. La parroquia de Box ve descender su población desde los 1.173 residentes de 2001 a los 871 de 2011, repartidos en 14 localidades. La principal, Tudela Veguín, ha pasado de 919 a 703, evidenciando la dificultad de las localidades fabriles para mantener su dimensión. La Manzaneda también ve cómo descienden sus efectivos, de 215 a 205.
Las parroquias ovetenses del valle del Nalón, en el sureste del concejo, han quedado engarzadas por las nuevas áreas empresariales, financiadas por los fondos de reestructuración minera, que han venido a ocupar casi todo el suelo de vega entre Tudela Veguín y Olloniego. Nexo de unión empresarial que aún ha de asentarse en la realidad de la economía productiva y dejar atrás un modelo de especulación con el suelo urbano y empresarial. Estas nuevas infraestructuras deberían permitir un impulso del empleo que permita el cambio urbano y de especialización funcional. Una necesaria transformación de localidades de antigua función minera industrial en pequeños centros ligados a pautas metropolitanas de nuevas actividades y atracción residencial.
El Nalón ovetense
El río Nalón se acerca a la ciudad de Oviedo pero no la toca. Sí el Sur de su extenso concejo. El punto de fusión del Nalón y el Caudal, en Soto de Ribera a escasos kilómetros del centro de Oviedo, sigue marcando la separación entre mundos distintos en el plano metropolitano. Las ciudades fabriles y mineras pierden mientras las de función terciaria y residencial ganan. Hay posibilidades de cambiar esta situación en el eje fluvial entre Tudela Veguín y Olloniego a partir de la renovación urbana y de una mayor y más diversa actividad económica, la que se puede impulsar desde las nuevas superficies empresariales.
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