En el borde del camino y del cambio
La capital salense, resguardada de la decadencia demográfica de su concejo, trata de hacerse más presente con el perfeccionamiento de su estructura urbana y la mejora de las comunicaciones
Salas ha sido tradicionalmente una villa-calle organizada sobre el camino de Santiago y la tortuosa carretera al Occidente, que hasta ella corre por el surco interior y a la que algún día sustituirá la autovía. Su concejo muestra indicadores que componen un panorama general poco favorable. La natalidad menguada, la tasa de mortalidad elevada y el saldo migratorio negativo dan como resultado una demografía a la baja y una población envejecida. Los datos económicos no son mejores. Durante los últimos diez años ha perdido empleo y la tasa de actividad y la renta familiar disponible son inferiores a la media regional.
Tomada aisladamente, la villa muestra en las últimas décadas una dinámica mucho menos negativa. Su influencia no pasa de su límite municipal y parece estancarse como núcleo complementario a los principales de la Comarca Vaqueira, aunque con las expectativas abiertas por el desarrollo de las comunicaciones y de una más eficaz vertebración con la aglomeración metropolitana.
Ahí radica su oportunidad para edificar su proyecto ante el futuro. Quizás con dos pilares: actualizar su función caminera con las nuevas infraestructuras, que facilitan una más fácil comunicación con la que generar oportunidades mayores para dejar atrás su tendencia al aislamiento, y reacondicionar la villa como un lugar de alta calidad residencial de tradición milenaria.
Su base funcional diversificada. La amabilidad de su paisaje. Su emplazamiento privilegiado, que la convierte en puerta abierta al intrincado occidente astur. Son rasgos compartidos con otras localidades vecinas que la complementan. Entrelazar estos mimbres apoyará el cambio de tendencia en el próximo futuro. A pesar de que el descenso demográfico del concejo es acusado y pertinaz, a lo largo de todo el siglo XX y en la actualidad la villa concentró población procedente de las áreas rurales y ganó población desde 1960, aproximadamente un 20 por ciento, manteniéndose en las dos últimas décadas en un precario equilibrio, en el que tiene que compartir influencia dentro de su concejo con Cornellana y La Espina, polas que contribuyen al fino mallado de un concejo muy diverso y al que muestran también funciones comerciales, de servicios e industriales, además de la residencial.
En Salas se percibe la característica doble especialización, agraria y servicios, de los territorios rurales de dimensión notable y pequeña villa central, si bien en este concejo el papel de la capital lo matizan las dos polas vecinas, a las que incluso se podría añadir, por su singular patrimonio edificado que le da un peculiar potencial, que no por su tamaño y función, la pola de Malleza.
La villa de Salas resiste la tendencia declinante del concejo amparada en su calidad residencial, de equipamientos y servicios, y en aferrarse al listón de no perder masa, con la que en geografía se lucha contra la soledad, se crea actividad y compañía para actividades que enriquecen la vida local cotidiana, como las vinculadas a una nueva manera de entender la extensión universitaria como cooperación al desarrollo local que en Salas encuentra acomodo como centro de múltiples recursos. Se mantiene la explotación forestal y la industria a ella vinculada, así como la láctea, sector que constituye una de las más notables capacidades del territorio salense a desarrollar en forma de actividad agroalimentaria y con la que protegerse de los riesgos de un futuro para el que se atisban nuevas comunicaciones y localizaciones empresariales.
La actividad turística vive un sosegado desarrollo apoyada en la pesca fluvial, la ruralidad, la calidad residencial de la villa y su notable patrimonio cultural, todo lo cual permite pensar en la continuidad de su crecimiento. Caminos tradicionales como el de Santiago piden su vuelta a la condición de eje regional e interregional de primer orden, del que Salas puede convertirse en nudo central, para lo que cuenta con ventajas derivadas de su emplazamiento y carácter, monumental, con las que además podrá reforzar otros nodos del Occidente interior.
Salas está en el borde del camino y del cambio, y para el juego del futuro tiene buenas cartas, que tendrá que saber barajar, con trabajo y a partir de una base urbana mejor estructurada y de ejes de comunicación con fuertes expectativas de mejora. Los tiempos de quietud, decadencia, abandono, los tiempos de aislamiento están desapareciendo y la villa de Salas jugará un papel de catalizador del cambio, vital para Asturias y especialmente para su Occidente interior, gran tesoro desenganchado que puertos como Salas permitirán enlazar.
Una villa con historia en una posición que pronto se revelará como estratégica
Salas es villa de empaque e historia, allí donde el camino amable que viene de Oviedo se enfrenta a las rugosidades del relieve del Occidente asturiano. Aletargada en las últimas décadas, alejada física y mentalmente de los centros más activos, busca nuevas vías que reaviven sus tradiciones comerciales y terciarias, aprovechando su localización favorable y una lentísima mejora de las comunicaciones que no termina de situarla en el mapa de las villas que crecen con decisión.
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