La villa oculta

La pequeña capital cabraniega se enfrenta al desafío de ponerse en el mapa aprovechando su buena disposición para la función residencial y la mejora de sus servicios y comunicaciones

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / Santa Eulalia de Cabranes (Cabranes)
En localidades tan pequeñas el Ayuntamiento tiene un papel fundamental

Anda Santolaya, la mínima capital del pequeño concejo de Cabranes, intentando hacerse ver en el mapa asturiano, desde una localización difícil, casi equidistante de los dos grandes corredores que conducen el transporte del Oriente: el de la rasa costera y el del surco prelitoral, que atraen población y actividad y asientan a las villas mayores, que ejercen su influencia sobre el territorio de Cabranes. Esta localización, su carácter rural, su aislamiento y la continuidad de las tendencias declinantes plantean un preocupante futuro para una minúscula pola de 150 habitantes, en un concejo de poco más de 1.100, al que solo faltaría que le quitasen el Ayuntamiento, como proponen algunos. Santolaya forma parte de una tipología que se aproxima más a los núcleos rurales que a las villas principales. Las polas y villas se escalonan en tres niveles: las mayores, de varios miles de habitantes e influencia supramunicipal; las menores, que sólo en algunos casos alcanzan el millar de residentes y tienen influencia básicamente municipal, y, por último, las pequeñas capitales concejiles, que no alcanzan los 300 habitantes, de tipología rural. En torno a Santolaya de Cabranes, Villaviciosa, Nava e Infiesto extienden su área de influencia.

Es ésta una pequeña villa que conoce también la vida repartida de muchos residentes, que comparten su presencia aquí durante muchos momentos con otra residencia principal. Un factor que se debería aprovechar más intensamente en un sistema económico que tenderá cada vez más a desenclavar el lugar de trabajo del de residencia, durante todo el año o buena parte de él, y que puede ayudar, como ya está sucediendo, a mantener la vitalidad social, la promoción de iniciativas comunitarias y la supervivencia de estos pequeños territorios en situación desfavorable, tras décadas de declive y envejecimiento.

La historia de Santolaya y de Cabranes está constituida de los mismos elementos que hemos visto en otros concejos, pero la modernidad ha arrinconado a estas localidades que no participan de la red de comunicaciones y que no han incorporado con ímpetu nuevas actividades que compensen el declinar de la ganadería y que permitan la supervivencia de un poblamiento repartido hoy en numerosos núcleos que no alcanzan el medio centenar de residentes, como Arriondu, Bospolín, Carabañu, Güerdies, Madieu, Mases y Villanueva, en la parroquia de la capital.

¿Qué hacer para invertir las tendencias negativas? Sólo será posible atrayendo población externa, que permita revitalizar los nacimientos. Pero para ello debe animarse la función residencial y competir con otros mejor situados y con mayores equipamientos y servicios. Tarea difícil, pero no imposible. Aquí se ve la gran importancia de las comunicaciones y de la localización respecto a las ciudades y los ejes principales de relación.

Sariego y Cabranes, convergentes durante demasiadas décadas en el declive, hoy empiezan a divergir. ¿Cómo unir Santolaya y Cabranes al cambio? Probablemente, sumando pequeñas iniciativas que tengan en cuenta la disposición para la función residencial, orientada a la atracción de nuevos residentes y amparada por la moderada reforma de la carretera de Villaviciosa a Infiesto y por la necesidad de mejorar la de Nava y Oviedo.

Tan cerca de casi todo, tan lejos de los ejes de dinamismo e innovación

Santolaya es una muy pequeña capital de un pequeño concejo de la región centro-oriental asturiana. Cercana de casi todo, pero lejana y aislada en la realidad de las comunicaciones y en su articulación con los ejes de dinamismo e innovación. Para salir de la quietud actual necesita apostar por nuevas actividades, complementarias de las primarias tradicionales, y frenar el descenso de población, a través del impulso de la función residencial y la atracción de nuevos habitantes a un territorio de gran atractivo y patrimonio que debe cooperar en sus iniciativas con sus vecinos.

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