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Plataforma para la vida buena

Villaviciosa, ejemplo de pequeña ciudad tranquila de alta calidad residencial, asume el reto de aprovechar su situación privilegiada para crecer sin perder su identidad

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / Villaviciosa (Villaviciosa)

Villaviciosa es villa privilegiada en el paisaje astur. Es villa histórica, la Maliayo medieval. Y hoy es calidad de vida, sofisticación. Ejemplo de ciudad tranquila. Villa militante del concepto «slow city». Historia, cultura, paisaje, gastronomía, deporte y centralidad urbana caracterizan su evolución parsimoniosa. Es, además, la capital de un concejo-comarca en transformación, que empieza a crear una nueva centralidad en forma de villa tranquila. La villa, de alta densidad, aspecto urbano y entorno rural, agrario, ganadero y forestal, se ha convertido, de repente, en un cruce de caminos esencial entre las grandes vías de comunicación procedentes de Gijón, Oviedo y Santander. Ahora la aglomeración astur se encuentra a la vuelta de la esquina y acude en masa a las playas del concejo en verano y a sus restaurantes en fin de semana, pero surgen nuevos desafíos e interrogantes. Si Villaviciosa era antes villa aislada, ahora se encuentra en el borde del camino. La ventaja de la cercanía se enfrenta al riesgo de la pérdida de identidad.

Tiende a la especialización residencial y aprovecha su accesibilidad mejorada para un moderado crecimiento del turismo. Combinar con sabiduría sus personalidades, ordenar el territorio en armonía con el entorno, en una época en que Villaviciosa vive en primera persona cambios de mucho calado, aumentar el empleo atrayendo nuevas actividades, recuperar viejas carreteras a modo de vías-parque para vertebrar el territorio, vincularse con sus vecinos y ofrecerse gratuitamente como magnífico escenario para el deporte y el ocio son algunos de los retos que encarar en el futuro inmediato. Pero, por encima de los demás, destaca el de cómo responder a las tendencias manteniendo el «estilo Villaviciosa», el propio de un ámbito refinadamente urbano, diverso en actividades y con múltiples atractivos ahora que el futuro toca a su puerta. La respuesta que dé Villaviciosa a este enigma puede ofrecer pistas a otras villas asturianas que en poco tiempo se encontrarán en situaciones parecidas.

Villaviciosa conoció tiempos en los que su amplio mundo rural estaba mucho más habitado y activo que en la actualidad, constituyendo un amplio cañamazo poblacional. Tras su desplome, mediado el siglo XX, la villa de Villaviciosa supo mantenerse al margen de la caída y, por su carácter urbano y la variedad de actividades que acogía y sigue acogiendo, atrajo población del entorno rural para crecer, hasta instalarse en los 5.000 habitantes de las décadas de los setenta y ochenta. Con una base demográfica envejecida y una importancia cada vez mayor para un entorno en pleno proceso de cambio, Villaviciosa encara su paulatina integración en Ciudad Astur con incertidumbre ante las consecuencias que trae la Autovía del Cantábrico. Por ahora la villa aumenta su crecimiento y su municipio vuelve a hacerlo tras décadas de retroceso.

La villa debe prestar atención a los planes de ordenación y a su integración en el paisaje

Villaviciosa es centro de un concejo de paisaje costero, extensas pomaradas y aprovechamiento tradicional de los productos locales. Ahora engarza cada día más con la energía potencial metropolitana en la ola de las nuevas comunicaciones. El concejo de Villaviciosa, desde comienzos del siglo XXI, ha recuperado el crecimiento. La población crece más en la villa, que después de años de aumento lento acelera el ritmo y supera ya los 5.700 habitantes, confirmándose como una de las principales de Asturias.

Parece asentarse como una pequeña ciudad, tranquila, de altísima calidad residencial, pero debe poner toda su atención en los planes de ordenación, en el cuidadoso desarrollo de sus unidades, en la estética de las construcciones, en la mejora de los bordes urbanos, en el cuidado de sus viales, en su integración en el valioso paisaje de su entorno y, sobre todo, en crear una visión común de lo que para esta villa significa ser una nueva estrella en la constelación metropolitana. Se trata de un reto de futuro si se quiere alcanzar un nivel por encima de lo existente, sin caer en la mediocridad y en los modelos urbanos repetidos. La temida autovía ha dejado un impacto ambiental moderado y limita el crecimiento urbano de la villa hacia el espacio protegido de la ría.

La dulzura del paisaje y las construcciones rurales en la rasa y en los valles deberían hacer reflexionar sobre la reivindicación del modelo de poblamiento tradicional frente a las urbanizaciones regularizadoras de nuevo cuño. Por ello se debe insistir en la dotación de contenido funcional y de equipamientos a la villa.

La nueva accesibilidad permite hoy potenciar su localización, si ofrece en el mercado áreas empresariales vinculadas a los enlaces de la autovía, para lo que dispone de suelo y tradición empresarial. Mayor aún es el potencial de crecimiento en el sector terciario. Villaviciosa se consolida como destino turístico, aunando el turismo tradicional de costa y playa con las nuevas figuras de turismo rural. Puede explorar otros campos, de eventos, de práctica deportiva o relacionados con el medio natural, así como cuidar y explotar más el riquísimo patrimonio histórico-artístico, con el fabuloso conjunto de Valdediós y las iglesias románicas como referentes, pero también con el casco histórico de la villa, o con las áreas de ocio de Rodiles y la posibilidad de recuperación paisajística (una necesidad imperiosa) de las pequeñas playas al oeste de la ría y de masas forestales de mayor diversidad. Un panorama optimista al que contribuye la fuerza positiva de su sociedad civil, organizada en múltiples asociaciones, y sobre el que también ponen sombras, como es habitual, la bajísima natalidad, el envejecimiento de la población y el escaso dinamismo de buena parte del hábitat rural.

Arquetipo de villa

Villaviciosa es referencia en el paisaje asturiano y arquetipo de villa, de vida urbana en pequeño recipiente, que hoy vuelve a mostrar vitalidad y mira al futuro con confianza. Como nos indica su nombre, es villa en territorio feraz, exuberante, atractivo a la mirada. También es referencia residencial, la de las villas y su calidad urbana y de servicios, que atraen población y, con la nueva accesibilidad, compiten con otras formas de expansión urbana metropolitana, con algunas ventajas, que hoy son mucho más evidentes que hace unas décadas. Con todas estas condiciones Villaviciosa señala, en buena medida, el futuro de las villas astures.

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