La mitad industrial

El fin del modelo productivo tradicional y la reestructuración territorial anuncian un futuro incierto para el oeste de Gijón, cuya población aún resiste el empuje de las infraestructuras

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / El Gijón Fabril (Gijón)

Desde El Musel y Aboño hasta Serín, Cenero y Porceyo, la periferia que rodea el casco urbano gijonés por el Suroeste da cobijo a la mayor densidad de áreas de localización empresarial e infraestructuras de la red de transporte. La gran factoría de Arcelor viene a ocupar el centro de este amplio espacio, que ocupa el valle del río Aboño, conectado con El Musel a través del estrecho paso de Veriña, abierto entre las rasas del Monte Areo y la Campa Torres. Los usos industriales están superpuestos a un poblamiento rural anterior que subsiste, en parte, aunque ya muy transformado.

La industrialización supuso, desde el punto de vista territorial, la división funcional del concejo de Gijón en dos mitades de orientación diferenciada: un este residencial y un oeste industrial y de instalaciones portuarias. Es un proceso dilatado que, hacia Occidente, se fue abriendo paso desde el puerto histórico hacia El Musel y la ría de  Aboño. Porque el puerto, ferrocarril, carreteras y autopistas, por un lado, y la industria siderometalúrgica, por otro, son los motores de la transformación de la villa en la mayor ciudad asturiana, que localiza en su sector occidental la industria y segregó usos que se veían como poco compatibles. Aunque en el  caso de la vivienda obrera desarrolla, hasta la segunda mitad del siglo XX, la cercanía entre trabajo y residencia.

La construcción del puerto de El Musel supuso la práctica continuidad en la ocupación de la costa oeste del concejo, en la que los astilleros tenían un papel protagonista, con la proximidad de la siderurgia de Moreda y otras factorías, en torno a las infraestructuras de transporte que alcanzan Gijón por el Oeste. Esta tradicional localización industrial en torno a las vías de acceso a Gijón se relanzó con la instalación de la siderurgia de Uninsa, que ocupó la vega del río Aboño, en las parroquias de Veriña, Puao, Fresno y San Andrés de los Tacones. La ocupación empresarial de menor dimensión se localizó en torno a las carreteras: la de Avilés, la de Oviedo y la Carbonera, además de las vías férreas de Renfe y Feve y los espacios intersticiales del Suroeste. La autopista puso el remate a esta orientación y situó en una posición nueva San Andrés y Serín en la relación entre las áreas industriales de Gijón y Avilés.

La expansión de la función residencial ha supuesto, en las últimas décadas, una expulsión y alejamiento de las áreas empresariales respecto del centro urbano, siempre en relación con el puerto y las infraestructuras de transporte. Es el caso del Natahoyo, La Calzada y Tremañes. Como antes lo fue del puerto histórico, reconvertido en área de ocio, o de la línea de astilleros. El área siderúrgica se ha estirado en nuevas áreas empresariales hacia Sotiello y Pinzales y ahora, con la Zalia, hacia San Andrés y Serín, buscando la relación con el área empresarial de Avilés, que alcanza Tabaza.

La competencia ha sido continua entre los usos empresariales y residenciales. La gran dimensión de las áreas industriales hace que, en bastantes casos, éstas hayan supuesto la práctica desaparición del poblamiento rural anterior. Del mismo modo, la expansión urbana residencial ha supuesto el desplazamiento, hacia la periferia, de la industria de los barrios del Oeste, consolidados como áreas residenciales: El Natahoyo, La Calzada y, en buena medida, Jove y Tremañes, todos ellos ya pertenecientes oficialmente al casco urbano gijonés.

Mientras tanto, las parroquias de la periferia gijonesas muestran evoluciones demográficas recientes dispares. Veriña aumenta sus residentes, en lo que llevamos de siglo XXI, de 239 a 326. En cambio, Puao y Fresno, bajo la imponente presencia de los altos hornos, bajan de 252 a 213 y de 736 a 591. La principal urbanización de vivienda colectiva, Montiana, pierde población ante el impacto negativo en la percepción social de su tipología urbanística y de la cercanía a las instalaciones industriales. San Andrés de los Tacones, removido por la obras de la Zalia, baja de 202 a ya sólo 165. Serín, en cambio, aumenta de 307 a 310. L'Abadía Cenero, la parroquia más poblada, aumenta de 1.373 a 1.463, y Porceyo de 575 a 668. La población, en dimensiones modestas, resiste el empuje de las infraestructuras, áreas empresariales e industria pesada en las siete parroquias del oeste gijonés. De 3.684 residentes, en 2001, se ha pasado a 3.736, en 2011, repartidos en treinta y cuatro núcleos de población, de los que únicamente Montiana supera los quinientos habitantes.

Lo que tenemos es una ocupación mayoritaria del suelo llano para usos empresariales e infraestructuras y una cierta continuidad del poblamiento de raíz rural en las ondulaciones del terreno, donde aún se localizan zonas relativamente extensas de uso ganadero y forestal (Monte Areo, Veranes, Los Llanos?). El fin del modelo industrial tradicional y del período de reestructuración territorial abre incertidumbres para el Gijón del próximo futuro: desde las incógnitas sobre el futuro de la industria básica a la necesaria conclusión de la red de infraestructuras de transporte, pasados los años de abundantes recursos públicos y de grandes y confusas operaciones urbanísticas.

Mucha superficie empresarial y mucho suelo reconvertido, en las vegas y llanos, para usos industriales y logísticos. Como sucede también en el suelo residencial, no parece haber mucha relación entre el muy notable esfuerzo urbanizador y el crecimiento, parco, de la actividad, las iniciativas empresariales y el empleo. Lo que debería llevarnos a  una reflexión sobre la orientación futura de las estrategias de desarrollo, locales y regionales, y sobre los resultados del impacto de la inversión en grandes infraestructuras y áreas empresariales, que han consumido buena parte de los recursos públicos en las últimas décadas. Parece que habrá que dar mayor prioridad a otros aspectos que tienen que ver con la creación de ámbitos más propicios para la libertad y la promoción de iniciativas, la mejora efectiva de la formación empresarial y el apoyo a proyectos que vinculen investigación, innovación y empresa. Se trata de centrar la atención sobre la economía productiva, la formación para el empleo y la creación de entornos socioeconómicos y administrativos favorables a la puesta en marcha de proyectos empresariales.

Artículos relacionados

El síndrome de la uralita

Marcos Palicio

El escritor gijonés Víctor Guerra identifica en el paisaje heterogéneo de Tremañes, con sus ...

Cantidades industriales

Marcos Palicio

El ala Oeste de Gijón, que convive con la gran acería y con casi todos los polígonos del ...