El proyecto de unas memorias aparcado hace años y que Riopedre retomó con entusiasmo

A José Luis Iglesias Riopedre siempre le ha gustado escribir, pero la actividad política -y más a la sombra de un Vicente Álvarez Areces que impone ritmos frenéticos- le obligó a aparcar esa afición durante un buen puñado de años. Cuando en agosto pasado dimitió por razones de salud de su cargo de consejero de Educación, manifestó entre algunos de sus allegados que era el momento de retomar la pluma. El 31 de agosto se jubilaba, además, como docente, con último destino como profesor de Filosofía del Instituto Clarín, en Oviedo.

En las últimas semanas había reconocido en círculos privados que estaba disfrutando como nunca con la preparación de lo que podrían llegar a ser sus memorias, un trabajo aún inconcreto en fase de recopilación de datos y redacción en bruto sobre el papel. Tiene José Luis Iglesias Riopedre mucho que contar, desde aquel noviembre de 1939 cuando nació en el barrio de Casablanca, en Vigo. Al ex consejero de Educación se le veía con asiduidad en la Biblioteca de Asturias, en la ovetense plaza del Fontán, leyendo o buscando datos. Ahora podrá añadir un nuevo e inesperado capítulo vital.