Y de la pasta ¿qué?

Los nombres me sonaban, de haberlos leído con frecuencia en los diarios. Prohombres, promujeres, pilares del socialismo asturiano, gestores de primera fila siempre en la brecha. Resulta que, cuando ya llevan unos meses jubilados, los cazan con las manos en el carrito del helado y algunos pasan a la cárcel. Nada nuevo, nada que pueda sorprender al público, salvo esta pereza de la justicia de ir siempre unos cuantos pasos atrás y de no impedir nunca, o casi nunca, que se prevengan los atropellos con los impuestos. No parece que se trate del atraco del siglo, pero es que nos hemos habituado a las grandes cifras y nos parecen veniales guarismos, aunque tienen su importancia.

La única cifra que, en estos primeros pasos judiciales ha aparecido, son los 800.000 euros que la alta funcionaria principesca firmó con ella misma. Asoma con timidez el hecho de que otra benemérita trabajadora de la educación condujera un simple Audi de lujo y que tuviera en Llanes nueve fincas, plazas de garaje y otras futesas.

Entre las primeras informaciones se especifica poco el patrimonio del más importante, el señor Iglesias Riopedre, que durante todo el mandato de Álvarez Areces le iba pisando los talones en comparecencias públicas. Curioso personaje de rica biografía, que aparece como fraile dominico no profeso en Salamanca que parecía lo normal y sí una temporada de pupilo en Ocaña (Toledo). Conste que bandazos semejantes son muy comprensibles e incluso frecuentes: pasar de Santo Domingo a Trotski o a Stalin, eso no escandaliza a nadie.

Lo que, en principio, llama mi ingenua atención, no es el cohecho, el hurto, la apropiación, la malversación, sino que todo ese rosario de delitos económicos se hayan fraguado a través de los años y que, en esta comunidad tan chica donde casi todo el mundo conoce a los demás, puedan disfrazarse tales hazañas y que un modesto utilitario japonés pueda ser sustituido en la acera por un Audi o un BMW. Y que las segundas, terceras y cuartas residencias florezcan como hortensias en el pueblo de Ranón.

Hemos de convenir en que la corrupción se encuentra hondamente instalada en España y que los catalanes hubieran hecho mejor en manifestarse contra ella en lugar de ensañarse con la fiesta de los toros. El momento, aparentemente, es inconveniente para los socialistas, con las elecciones cercanas, pero quizás estos enredos casi familiares, con personas muy mayores, que habrá que sacar de la cárcel por razones humanitarias, escondan otras averías mucho más graves como las obras públicas, el desmesurado gasto del Musel, el AVE que no llega o el alegre gasto promocional del inacabado Niemeyer, presunta gloria de Avilés y comarca. Ni una línea pronosticando un posible rescate del dinero afanado.