Muy raro

El silencio del presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, sobre al encarcelamiento de José Luis Iglesias Riopedre es escandaloso. Nadie le es tan cercano en lo político y quizá también en lo personal, ya que Areces ha hecho de la política su vida, y si bien la justicia tiene la palabra -y vaya si está hablado con hechos- lo mínimo era expresar sorpresa, decir unas palabras o, si se tercia, cientos en favor de Riopedre, sostener que quizá todo sea un error y, en todo caso, hacer votos porque salga bien del trance.

Lo mismo o casi cabría indicar de Javier Fernández, secretario general del PSOE astur, que se limitó a un «a mí, que me registren». Ni una palabra de solidaridad con el detenido, y encima una frase que firmaría Judas. ¿No tienen responsabilidad uno y otro, ya que eran sus superiores, en el Gobierno y en el partido?

Los silencios se han trasladado extrañamente también al PP. El presidente popular, Ovidio Sánchez, apenas ha dicho unas frases de rutina, y el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, hombre fuerte de la formación, ni siquiera eso. ¿No tiene nada que decir el PP del mayor escándalo en décadas, que da de lleno en la línea de flotación socialista? Raro raro raro.

Un malpensado -y tal categoría lleva camino de extenderse a la inmensa mayoría de los asturianos- diría que las culpas socialistas son mucho más extensas de las hasta ahora afloradas y que las pasividades populares insisten en la incomprensible rendición preventiva que los caracteriza.

Una red de mudos o de ágrafos -la palabra se presta a bromas con el nombre de una empresa implicada en la trama corrupta- y es que, a fin de cuentas, en la consejería que fue de Riopedre da pena cómo escriben. Según un reciente informe de Consejo Consultivo sus textos están plagados de reiteraciones, contradicciones, aliteraciones y demás torpes tropos.

Razón de más para refundar el PSOE. Del PP, ¿qué quieren que les diga?